Soy miembro de FOPEA [Foro de Periodismo Argentino] desde julio de este año y consideré que era el momento de unirme porque, en febrero, me recibí de Licenciada en Comunicación en la Universidad Nacional de La Plata. Este hecho instaló en mí la necesidad de unirme a organizaciones y sindicatos de prensa para avalar mi profesión, perfeccionarme con talleres, congresos, cursos y seminarios y también para ser parte de quienes debemos resguardar la libertad de prensa. Es por eso que, además, me adherí a SiPreBA [Sindicato de Prensa de Buenos Aires]. Es válido aclarar y asumir que me siento mucho más representada dentro de los reclamos y la línea ideológica en la que se maneja públicamente SiPreBA que la postura que persigue FOPEA, sin embargo, continúo en ambas entidades por lo planteado anteriormente.
El día 3 de noviembre del corriente, FOPEA realizó su entrega anual de ‘Premios al Periodismo de investigación 2018’. Cuando me llegó la invitación para dicho evento por correo electrónico, también me llegó la del congreso que se organizaba con la temática de investigación periodística. El asunto del evento decía textualmente: “XIII Congreso Internacional de Periodismo FOPEA: Investigación Los cuadernos de las Coimas” [ver imágenes adjuntas].
Para ser un congreso internacional me pareció un tanto tendencioso, sobre todo teniendo en cuenta que lo que FOPEA persigue, según sus propias bases y monitoreos, es la pluralidad y la libertad de expresión y pensamiento. Ante esa situación, me sentí con el
derecho y la obligación de pronunciarme en contra y, con estas mismas palabras, recomendé que “deberían llamar a Juan Amorín y Lucas Martínez para que expongan sobre el caso de ‘Aportantes Truchos’. Al menos tienen datos concretos, reales y no son fotocopias”. Por lógica, nadie me respondió pero, al menos, en los próximos correos desestimaron preponderar en el asunto el tema de la investigación de ‘los cuadernos’. Sin embargo y, casualmente, el premio en la categoría ‘Prensa Escrita de Alcance Nacional’ se lo otorgaron a la investigación de ‘Los cuadernos de la corrupción’ llevada a delante por Diego Cabot, Candela Ini y Santiago Nasra [diario La Nación]. El comienzo de dicha investigación se realizó en el mismo momento que Cabot, contado por el propio fiscal Carlos Stornelli, "se presentó en el juzgado donde ya se estaba investigando al chofer Oscar Centeno”. Con una hipótesis de ‘asociación ilícita’ y fotocopias de supuestos cuadernos redactados por el ex chofer de Roberto Baratta, se enviaron casi 20 órdenes de detención, según agregó Stornelli. Todo me pareció [y me sigue pareciendo] particularmente llamativo dado que los cuadernos no son pruebas originales sino FOTOCOPIAS de algo tan importante como es la acusación de semejante delito.
De hecho, una nota firmada por Patricia Blanco el 27 de agosto de este año en el site InfoBAE [‘El día que Centeno atizó el fuego para quemar sus cuadernos’] dice que “la historia sobre la originalidad o no de los cuadernos quedó desdibujada en la causa a poco de andar. El chofer de Baratta reconoció su letra y los empresarios comenzaron a desfilar por el quinto piso de Comodoro Py para pedir ser arrepentidos, reconociendo los pagos que se relataban en los anotadores. Ya a nadie parece importarle qué pasó con los cuadernos.” Posteriormente, se detalla la quema de los cuadernos por parte de Centeno y se agrega que “toda esta circunstancia hizo que defensas de ex funcionarios presos señalaran a Centeno como el arrepentido que mintió. Es que inicialmente dio a entender que tenía los cuadernos. El remisero se justificó diciendo que lo había olvidado. A esto se le suma una declaración del propio Centeno diciendo que al momento de su anterior declaración pensó que los cuadernos todavía estaban en su casa o en una de las viviendas de Bella Vista, porque eso había querido hacer. ‘La confusión en relación al destino de los cuadernos fue por la situación que estaba viviendo; estaba detenido hacía dos días y no había podido dormir. Recién de ayer para hoy, pude dormir un poco más’ ".
No son sólo estás las declaraciones que terminan en esta confusión que plantea Blanco en InfoBAE, sino que también medios como Página/12, han sabido publicar notas al respecto. Desde mi parecer y mi sentido común, esta investigación premiada por FOPEA es por lo menos dudosa dado que, en definitiva, se basa en la presentación de fotocopias [porque los originales se quemaron (?)] de algo que no es más que un diario íntimo del ex chofer de un ex funcionario del gobierno anterior. Más aún, cuando los propios periodistas implicados admiten haber empezado con su trabajo en abril pero la publicación de ‘los cuadernos’, a nivel mediático, fue semanas después de que se diera a conocer la investigación [que todavía continúa] sobre los ‘Aportantes Truchos’ que realizó el periodista de El Destape, Juan Amorín, con datos concretos, chequeados y confirmados. En este trabajo periodístico, no sólo ciudadanos comunes, que fueron señalados como financistas de las campañas de Cambiemos tanto en 2015 como en 2017, fueron entrevistados y negaron haber aportado dinero sino que, incluso, funcionarios del PRO [como fue el caso del intendente de Mar del Plata, Carlos Fernando Arroyo] se vieron obligados a hacer lo propio debido a que fraguar datos para blanquear aportes de campañas políticas sí es un hecho ilícito concreto.
Quiero que quede claro algo: no estoy hablando de que no haya habido coimas ni tampoco que las haya habido. Estoy poniendo el foco en los procesos periodísticos que supuestamente se siguieron para esclarecer e investigar el caso. Insisto: Todo se basó en fotocopias de cuadernos manuscritos que luego fueron quemados. Periodísticamente esto no es chequeable.
El segundo caso que provoca mi descontento con los premios FOPEA es el que, tal vez, me indigna más y no es otro que el reconocimiento al corresponsal de Clarín en el Sur, el periodista Claudio Andrade, quien fue premiado en la categoría ‘Periodismo de Profundidad’ [¡vaya sutileza!] por la cobertura realizada sobre la desaparición y muerte de Santiago Maldonado.
Más allá de que mi postura personal, que en definitiva es la que me mueve a escribir esto, es de una total antipatía ante semejante personaje [no sólo por los dichos absolutamente nefastos y repudiables con respecto al caso Maldonado en sí, sino por el poco compañerismo y nula solidaridad con los colegas despedidos injustamente de la Agencia Nacional de Noticias Télam – ver captura adjunta de su cuenta de twitter personal-] Andrade ha publicado lo que en la jerga se llama ‘pescado podrido’ durante la búsqueda del cuerpo de Santiago.
Si bien sus reiteradas notas publicadas en el diario Clarín replican informes de allanamientos [que no es más que citar textualmente lo que los reportes policiales informan luego de los peritajes realizados] el corresponsal en el Sur ha hablado, en varias de sus notas, sobre un tal ‘Testigo E’ y ha sumado una gran cantidad de información escrita en modo condicional que no asegura absolutamente nada. Por lo general son fuentes y datos imposibles de chequear.
El día 16/08/2017 Andrade publicó en Clarín: “Ayer por la noche, el juez Otranto preparaba su informe preliminar. Pero, según le hicieron saber fuentes del ministerio de Seguridad a Clarín, los resultados iniciales de las pesquisas refuerzan la teoría del equipo de Patricia Bullrich de que Maldonado podría no haber estado aquel día en Cushamen”. Paralelamente, en medios alternativos con una gran calidad investigativa y pruebas contundentes, se afirmaba que Santiago sí había estado en el lugar de la represión. El periodista Juan Alonso, desde el site Nuestras Voces, escribía lo siguiente el 10/09/2017: “Las pruebas de que Santiago estaba allí son concluyentes: Su familia, la comunidad mapuche, y sus íntimos amigos de El Bolsón lo reconocieron en el video grabado por el Canal 4 de Esquel a las 18 horas del 31 de julio en el kilómetro 1840 de la ruta 40.”
Al cumplirse dos meses de la desaparición de Maldonado, el colega Fernando Soriano recopiló en InfoBAE, de forma sintética, las suposiciones y falacias que los medios hegemónicos publicaron hasta ese momento sobre la supuesta ubicación de Santiago. “No está en Ceibas ni en Gualeguaychú ni en ningún otro pueblo de Entre Ríos, provincia donde un camionero dijo haberlo llevado unos kilómetros el 6 de agosto. No es el joven "igual" a él que el 22 de ese mismo mes se subió a la camioneta de una pareja de fueguinos sobre la ruta 40. Ni parece haber sido parte de un "sacrificio mapuche" para pasar a la "clandestinidad". No fue herido por Evaristo Jones, puestero de la estancia de Benetton. No se lo encontró en Chile. No está: hace sesenta y un días -1.464 horas interminables- que Stella Maris Peloso y Enrique Maldonado esperan saber algo de su hijo Santiago, de 28 años.” A su vez, en la misma nota, Soriano agregó datos que no dejaban dudas de que Santiago realmente había estado allí: “Santiago había llegado el 31 desde El Bolsón, donde vivía temporalmente. En la feria de artesanos de esa comarca se hizo amigo de muchos mapuches y, por solidaridad con el reclamo por la liberación del lonko Facundo Jones Huala, viajó hasta la Pu Lof y participó del corte. Varios amigos lo identificaron en un video de Gendarmería. La tarde del 1º de agosto, Andrea Millñanco, mujer de Jones Huala, recibió un mensaje en su celular. "Nos falta un 'cumpa', está desaparecido.”
Desde ya, nadie niega que Santiago Maldonado haya muerto ahogado en el río. Lo que periodísticamente se busca es saber en qué condiciones y bajo qué circunstancias sucedió.
Para seguir con la cronología, Andrade realizó otra nota que publicó el 19/12 con declaraciones del ‘Testigo E’ que, casualmente, desestimaban los motivos que hasta ese momento eran los más contundentes: Maldonado había ingresado al río en el medio de una represión de Gendarmería, no porque gustara de nadar en aguas heladas.
“El llamado Testigo E, Lucas Naiman Pilquiman, la última persona en ver con vida a Santiago Maldonado el 1 de agosto en Cushamen, confirmó ayer ante el juez federal Gustavo Lleral que no observó que el artesano fuera detenido por la Gendarmería”, escribió Andrade. Al día siguiente, el diario Página/12 resaltó otra parte de la declaración del mismo testigo: “Los últimos momentos de la vida de Santiago Maldonado fueron reconstruidos ayer por uno de los testigos clave del caso: el joven mapuche Lucas Pilquiman, a quienes los abogados que denunciaron la represión en la Patagonia ante la CIDH bautizaron ‘E’. El testigo afirmó: ‘Me di vuelta y vi que el agua le llega al pecho. Santiago me decía ‘no puedo peñi (hermano), siga usted’. Dejé que me lleve la corriente y llegué al otro lado. Ahí vi a Santiago agachado escondido entre los sauces”. Su relato era esencial pero aunque consta como prueba en el organismo interamericano, que dictó medidas cautelares que el gobierno no cumplió, no había sido brindado en la causa que investiga la desaparición y muerte de Maldonado, lo que sucedió ayer en medio de medidas de seguridad solicitadas por su familia, que teme represalias por parte de la Gendarmería.”
Asimismo, el periodista Maxi Goldschmidt de Revista Cítrica [medio que también estuvo presente en el Pu Lof y que hizo una investigación de campo en el lugar de los hechos con los protagonistas que presenciaron y padecieron la represión] publicó que habían decidido ir hasta allá “porque es difícil encontrar información de primera mano y confiable de la situación que están viviendo, de la represión que sufrieron en la Lof y de todo lo que tiene ver con la desaparición de Santiago Maldonado”. En esas condiciones, se presentaron ante las lamien y los peñi [hermanos de la comunidad mapuche] a los que entrevistaron.
Cuando Maxi les preguntó si aquel día Gendarmería había disparado con balas de plomo, la respuesta fue: “Sí, con nueve milímetros y escopetazos. No es la primera vez que nos ha tocado esto. Y uno con el solo ruido ya se da cuenta. Un escopetazo suena mucho más fuerte, y en cambio la nueve milímetros te silba en la oreja. Nos estaban cazando. Alumbraban para dentro del campo y donde nos veían nos tiraban. Estuvieron así como 15 minutos hasta que se fueron.” Posteriormente, en la misma entrevista, los integrantes de la comunidad agregaron: “Aguantamos todo lo que pudimos hasta que en un momento hicieron un ingreso todos los efectivos. Y ahí nos corren hasta el río, unos setenta metros. Donde nos tirábamos por diferentes partes, por donde podíamos, porque la lluvia de balas no cesaba. Ahí es donde el compañero Santiago no logra cruzar. Porque mientras nosotros íbamos nadando por el río, la Gendarmería igual nos seguía tirando adentro del agua. Nos tiraban con nueve milímetros, con escopetas y con piedras algunos. No les importaba nuestra vida a la Gendarmería. Ellos vinieron a matar a uno acá. El compañero nadó hasta una parte y al ver que las piedras llovían de arriba y los tiros no cesaban, decidió volverse para la orilla. Y ahí es donde hay otro peñi que lo ve al compañero Santiago agarrado de una rama, con el agua hasta las rodillas y los gendarmes arriba. Y después hay otro peñi más que también ve a tres efectivos de la Gendarmería que están golpeando a alguien que no logra reconocer.”
Sumado a esto, el 1 de noviembre Andrade afirmó en su cuenta personal de Twitter que según “el informe de la empresa telefónica desde Chile nadie contestó el teléfono de Santiago Maldonado. Los 22 segundos de respuesta denunciados por el amigo Ariel Garzi, no existieron.” Sin embargo, el director del Laboratorio de Seguridad de las Comunicaciones de la UTN y perito de parte por la querella de la Comisión Provincial por la Memoria en la causa Santiago Maldonado, el ingeniero Ariel Garbarz, declaró todo lo contrario. En diálogo con la Agencia Nacional de Noticias Telam aseguró que "la fiscal [Silvina Ávila, quien intervino en los expedientes de los hábeas corpus y la desaparición de Maldonado] no me recibió ni me dejó aceptar el cargo de perito pese a que el juez Otranto respondió a la CPM y la APDH proponiéndome como perito de parte". A su vez, ratificó que el teléfono de Santiago sí fue atendido al día siguiente de su desaparición durante 22 segundos. El Diario Jornada replicó las declaraciones de Garbarz en septiembre de 2017 que afirmaban que habían trabajado con las antenas de Esquel y que “se obtuvieron datos muy importantes para aportar; está comprobado que el celular se encendió el 2 de agosto cuando recibió un llamado de su amigo desde El Bolsón".
En esta nota quedaron afuera muchísimos datos para destacar, muchas declaraciones de testigos y citas de colegas que han trabajado y trabajan de forma excelsa y profesional en estos dos casos como Tiempo Argentino y Cadena del Sur, con las reconstrucciones que realizaron los colegas Sebastian Premici y Ricardo Ragenderofer en el 'Caso Maldonado' o los colegas de El Destape con el tema de 'Los Cuadoernos']. Lamentablemente, existe mucha información concreta para incluir pero no tengo más tiempo físico [y menos a esta altura del año].
Cuando me pronuncié en contra de estas dos distinciones que realizó FOPEA, el colega Daniel Santoro [de diario Clarín] me comentó, como si yo no lo supiera, que los jurados invitados para los premios eran profesionales internacionales de excelencia y que decidían libremente otorgarles el galardón a los ya nombrados. Le respondí que la excelencia es algo absolutamente subjetivo como también las decisiones por las cuales se premia a personas que, a mi entender, [también subjetivo, claro] no han realizado su trabajo de forma ética.
Algunos colegas de FOPEA [que no nombro porque no quiero involucrar a nadie sin su consentimiento] se adhirieron a mi pronunciamiento y agregaron que lo más vergonzoso no era solo el premio, sino el simple hecho de haber tenido en cuenta estas investigaciones para que sean votadas. El contexto periodístico e investigativo en el que se encuentran estos dos casos [aún hoy] al menos debería haber bastado para que quedaran afuera de tal distinción. Están más cerca de ser analizados en un foro de debate ético que de integrar una premiación por la calidad con la que fueron llevadas a cabo.
Agradezco la ayuda y las charlas con mis colegas Tomás Eliaschev, Ariel Lijalad, Juan Alonso, Fernando Soriano, Revista Cítrica y el ingeniero Ariel Garbarz que, inmediatamente, respondieron cuando me contacté con ellos por la indignación y la tristeza que sentí a la hora de la entrega de las dos menciones que me llevaron a publicar esta nota.
Sé perfectamente que muchos no van a estar de acuerdo con todo lo que escribí y menos con su publicación y divulgación, pero lamentablemente no sólo es mi pensamiento que está fundado, justificado y demostrado con las citas que utilicé, sino que es mi postura ideológica y profesional que llevo adelante todos los días de mi vida.
Sigo y seguiré creyendo que el periodismo existe para decir lo que otros quieren ocultar, para desmentir lo que los más poderosos quieren instalar y para que todo aquello que sea una falacia se descubra.
Seré una idealista incurable y moriré siendo una laburante de clase media eterna por no transar con los grandes medios, pero continuaré siendo la profesional que siempre quise ser y que, con mucho orgullo, soy.
Permaneceré trabajando con honestidad, lealtad, ética, moral, responsabilidad y el fin de buscar siempre la verdad y de obtener justicia donde no la hay.
Periodista: Laura Impellizzeri
Lic. en Comunicación Social [UNLP]
DNI 29.192.173.
Socia de FOPEA Nro. 742
Afiliada de SiPreBA Nro. 02042
Comentarios