Existen varios mitos infundados que giran en torno al cine de terror/suspenso/fantástico: uno de ellos afirma que la industria nacional, al carecer de presupuesto, produce films ‘poco serios’ [si se le pueden permitir esos términos]; otro asevera que las películas de terror son visualmente aptas si sólo son extranjeras.
Sería pecar de inocentes no reconocer la existencia de cientos de ejemplos que bien podrían avalar lo dicho anteriormente, sin embargo, hace unos años las cosas comenzaron a cambiar de manera significativa.
El cine de terror argentino ha repuntado de forma relevante, al mismo tiempo que comenzaron a tambalear las afirmaciones que sostienen que las películas estadounidenses de género son de las más excelsas. Sin ir más lejos, un ejemplo claro, es la segunda parte de ‘Feliz día de tu muerte’, estrenada semanas atrás, donde se puede apreciar un tráiler lleno de suspenso que desprende pánico pero, a la hora de sentarse frente a la pantalla gigante, gracias que vemos una comedia pasatista, poco graciosa y mucho menos pretenciosa.
Argentina tiene un público selecto en cuanto al consumo de cine de género pero no por ello es reducido. De hecho, finalizando febrero, se llevó a cabo el congreso de ‘Tendencias Escénicas y Audiovisuales’ realizado por la Universidad de Palermo y uno de los escenarios fue el Complejo Teatral San Martín.
Entre todas las ramas del arte, uno de los paneles se dedicó al cine y se tituló ‘¿El terror convoca?’. Los profesionales que expusieron fueron Pablo Sapere [creador del festival Buenos Aires Rojo Sangre], Carina Rodríguez [crítica de cine], los directores Laura Casabé y Gabriel Grieco; el director y guionista Santiago Fernández Calvete, quien coordinó el panel, y como representante del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales, Javier Fernández Cuarto.
Es innegable que el promedio de gente que ve películas de terror argentinas va incrementando no sólo porque hay muchos films nacionales de género en plataformas popularmente conocidas como Netflix y CineAr, sino porque ya hace años se hizo presente la necesidad de crear un festival que aunara todas las películas de género.
"Buenos Aires Rojo Sangre aparece a principios de 2000 porque mucha gente había comenzando a hacer producciones audiovisuales de diferentes maneras [...] Desde formatos muy caseros hasta fílmicos. Ya a mediados de los años 90, varios realizadores como Alexis Puig habían comenzado a hacer películas de género pero no tenían dónde mostrarlas. Estaban el Festival de Mar Del Plata o el BAFICI pero no contemplaban este tipo de películas. Por eso quisimos tener un lugar donde se pudieran potenciar las producciones entre sí, con un público que espera lo que ofrecemos" contó Sapere, creador del BARS.
Otro de los factores importantes que incentivaron al público a consumir cine de género fue el papel fundamental y activo que tuvo el INCAA [Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales] al financiar películas como Aterrados, La Segunda Muerte o La Valija de Benavídez que son tres films que fusionan el terror, el suspenso y lo fantástico con producciones impecables y estéticas dignas de ser aplaudidas.
Sin embargo, Fernández Cuarto destacó que aún "el género fantástico sigue siendo discriminado en el cine nacional pero en el INCAA tenemos como preocupación continuar generando audiencias”. Por otro lado, contó que debían armar algo aún más específico para poder darle un marco de mayor importancia a las producciones audiovisuales de género y es así como se les ocurrió crear un sello dentro de ‘Ventana Sur’ [la entidad de contenidos audiovisuales más importante de Latinoamérica] “no sólo para generar audiencias sino para entrar al mercado y competir con otros países aunque fuera complicado: así nació ‘Blood Window’ para mostrarle al mundo que acá, en Argentina, hacemos películas de género fantástico y de terror”.
Sin ir más lejos, en Sitges, el Festival más grande de género de terror a nivel mundial, lograron instalar un apartado de ‘Blood Window’ con películas exclusivamente latinoamericanas.
Por supuesto que no quedaron afuera las otras plataformas y medios que incrementaron el consumo de cine de género en la actualidad; además de Netflix o Pay TV, las más específicas como Purga o MórbidoTV son muy consumidas. A esto, Casabé agregó que "el cine de terror sigue teniendo más difusión en medios alternativos que en la pantalla grande pero a pesar de ello, seguimos apuntando a esto último".
La periodista de cine e investigadora de la Universidad Nacional de Quilmes, Carolina Rodríguez, destacó el crecimiento del consumo de cine de terror en los últimos 10 años y los números se pudieron reflejar en la última película argentina más vista dentro del género como fue ‘Aterrados’ de Demian Rugna que recaudó 23.000 espectadores y la puso dentro del top ten de películas argentinas más vistas durante el 2018. Fue tal su éxito que el director confirmó la segunda parte del film.
Al respecto, Gabriel Grieco consideró que el cine de género convoca y que existe un público específico: "Mi segunda película, Hipersomnia, la vendieron como si fuese de terror y para mí no lo era. Lo hicieron porque saben que vende, que convoca y que hay un nicho. Hacer una película como ‘Aterrados’ lleva años de escuela y se nota porque salió muy bien".
Tal vez, todavía haya que pulir la manía que muchos cineastas argentinos tienen de llevar el terror y lo fantástico a lo ridículo y ahí, no sólo ‘confundir’ el género sino, al mismo tiempo, contribuir a la creación de estos mitos sobre que el cine nacional no hace películas dignas.
Santiago Fernández Calvete agregó que “el cine de terror, a nivel internacional, entró hace poco en el top ten de mejores películas”, como fue el caso de ‘El Conjuro’ o la reversión de ‘It’, que también fue destacada por la presencia del director argentino Andy Muschietti.
En definitiva, el cine de género en nuestro país debe enfocarse en dejar su sello personal, no sólo para plantarse en Argentina, sino para hacerlo ante el mundo. Tal como afirma Fernández Calvete "querer replicar desde la industria Argentina las películas que hacen otros países no tiene ningún sentido porque justamente ya lo hacen otros. La idea es ser genuino, con los proyectos que uno elige, sin tratar de imitar y jugársela por la idea que se quiere hacer".
Periodista: Laura Impellizzeri
Tw/Ig: @LauImpellizzeri
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