Como medio alternativo de 'cultura villera' nació, hace exactamente ocho años, la revista mensual 'La Garganta Poderosa'. Tiene como particularidad hacerle frente a los medios hegemónicos que son los que instalan los temas de agenda en lo cotidiano y los que, para ellos, estigmatizan a quienes viven en barrios de emergencia. En su mayoría, el trabajo lo realizan cronistas, periodistas y fotógrafos que viven en villas y que no tienen una preparación formalmente periodística. Tampoco la necesitan. La comunicación gráfica que presenta la publicación refleja su lenguaje habitual: no pretenden ser académicos sino mostrar sus problemáticas y su realidad, incluidas las palabras.
Muchas han sido las denuncias que realizaron los trabajadores de prensa de La Garganta Poderosa dado que sufren ataques por parte de las Fuerzas de Seguridad sólo por vivir en una villa. Tal es así que, el 24 de septiembre de 2016, dos de los chicos que pertenecen al staff de la revista fueron torturados por seis gendarmes de Prefectura Nacional.
Iván Navarro y Ezequiel Villanueva Moya [quienes en ese momento tenían 15 y 18 años, respectivamente] viven en la Villa 21. Ese día, se habían encontrado de casualidad en la calle y se saludaron. Un gendarme se acercó de forma prepotente y realizó las típicas requisas que las Fuerzas suelen hacer. Sin embargo, no terminó ahí: minutos después fueron interceptados por tres móviles de Prefectura [con cuatro gendarmes en cada vehículo], los metieron dentro de un auto con la cabeza tapada y los llevaron hasta un descampado por la zona del Riachuelo. Las palabras resonaron en Iván y Ezequiel: “los vamos a matar, total nadie va a reclamarlos”. No los mataron pero recibieron trompadas y palazos. Los obligaron a hacer flexiones de brazos [como si estuvieran en el servicio militar], saltaron sobre la espalda de Ezequiel y a Iván le preguntaron dónde quería el tiro. Los esposaron a un caño y dispararon varias balas al aire. Les sacaron las camperas porque los acusaban, sin pruebas, que las tenían porque las habían robado. Paradójicamente, los prefectos les pusieron un cuchillo en el cuello y les robaron a los dos adolescentes las zapatillas y las cadenitas que tenían. Otro de los gendarmes obligó a Iván a rezar mientras lo apuntaba con un arma.
Luego de esta seguidilla de torturas propias de épocas militares oscuras, nefastas y de libre albedrío de las Fuerzas Armadas, los dejaron ir. Les sugirieron que “corran porque si no van a ser boleta”. Ni bien pudieron, Iván y Ezequiel, se presentaron en la Procuraduría contra la Violencia Institucional y en la fiscalía de Pompeya para declarar la sucesión de hechos aberrantes que habían sufrido. En el momento de la declaración, el prefecto Leandro Adolfo Antúnez [uno de los torturadores] estaba presente; el fiscal Marcelo Munilla Lacasa pidió una orden de detención y la remoción para él y para el resto de los gendarmes que estaban junto a Antúnez en semejante escena dantesca y absolutamente repudiable.
Luego de dos años, el pasado viernes 21 se conoció la condena a los seis prefectos involucrados en este suceso reprensible. El Tribunal Oral 9 confirmó que Leandro Antúnez, Osvaldo Ertel y Orlando Benítez deberán permanecer en prisión 10 años y seis meses; Ramón Falcón y Eduardo Sandoval, 8 años y 11 meses y Yamil Marsilli, 8 años y 8 meses por ser considerados culpables de haber practicado torturas que provocaron lesiones leves, por privar de su libertad a Iván y a Ezequiel de forma ilegítima y por robo agravado y calificado sumado al uso de armas de fuego siendo miembros de Fuerzas de Seguridad. Asimismo, se verificó que, una vez cumplidas las condenas, ninguno de los imputados podrá volver a ejercer ni ese ni ningún otro cargo público.
Si bien en este caso se hizo la merecida justicia que se debía, la forma de proceder de las Fuerzas de Seguridad Nacionales, con respecto a los trabajadores de La Garganta Poderosa, no cambia. En mayo de este año, la revista denunció que uno de sus fotógrafos y dos vecinos más de la villa 21 fueron detenidos, arbitrariamente, en medio de un allanamiento, sin ninguna orden judicial. Como acostumbran los agentes de seguridad, golpearon a los detenidos, lanzaron gases lacrimógenos, abusaron de una mujer y, por si faltaba algo para imponerse bajo el uso y abuso de poder, los tirotearon con balas de goma.
El Ministerio de Seguridad de la Nación, encabezado por Patricia Bullrich, realizó una conferencia de prensa en donde se desmintieron estos hechos aduciendo que “quieren construir una mentira” y, para ilustrar dichas declaraciones, se proyectó un video en el que se muestra a un grupo de personas golpeando a un prefecto luego de haber discutido con dos jóvenes en un colectivo.
Contrariamente a lo que expresó la ministra, pareciera que las mentiras se quieren construir desde las instituciones que deben defendernos y bregar por nuestra integridad mental y física. Posteriormente a la conferencia impartida por el Ministerio de Seguridad, La Garganta Poderosa, denunció los hechos llevados adelante por prefectura y anuló los dichos de Bullrich presentando otro video. “Acá están la razzia de Prefectura, los rostros de los compañeros torturados y el testimonio de nuestra compañera abusada. Ninguno aparece en el video que difunde la ministra […] Justifican algo sin saber sobre qué se hablaba", dijo Juan Pablo Mónaco, uno de los vecinos torturados por las Fuerzas de Seguridad esa noche.
La otra víctima, Roque Azcurraire [fotógrafo de La Garganta Poderosa] afirmó que "la puerta que derribaron no era de cartón, era de chapa. Y donde entraron no era un pasillo, era el patio de mi casa. No cometí ningún delito ni agredí a ningún prefecto. Lo único que hice fue filmar cómo agredían a mis vecinos”.
Según lo publicado en junio de este año por el diario Página /12 [dos semanas después de este hecho] “la convocatoria a la conferencia de prensa había sido calificada como una ‘grave amenaza’ en un comunicado conjunto del Sindicato de Prensa de Buenos Aires [Sipreba] y la Asociación de Revistas Culturales e Independientes de la Argentina [AReCIA], organizaciones que, con el respaldo de Asociación de Reporteros Gráficos de la República Argentina [ArGra], volvieron a denunciar ‘la puesta en escena sin antecedentes que busca estigmatizar y desacreditar a la revista villera’. El Centro de Estudios Legales y Sociales [CELS], por su parte, alertó sobre el mensaje de ‘amedrentamiento’ que Bullrich envió durante la conferencia de prensa, contra la Procuraduría de Violencia Institucional, de acusar al organismo dependiente del Ministerio Público Fiscal de estar cooptado por La Garganta Poderosa”.
Por otro lado, las organizaciones periodísticas independientes [que suelen alzarse en contra de hechos represivos que sufre la prensa en pleno ejercicio] hicieron caso omiso sobre este suceso repudiable dejando en claro que, evidentemente, los medios alternativos que no responden a empresarios adinerados, no merecen solidaridad ante tal ataque de censura y agresión.
Queda claro que son tiempos más que violentos los que corren, que es palpable el libertinaje en el accionar de las Fuerzas de Seguridad respaldado por el Gobierno Nacional y que eso decanta concretamente en privaciones ilegitimas de la libertad, censuras periodísticas y represiones ante reclamos sociales.
Son tiempos en los que tenemos que abrir los ojos más que nunca, en donde debemos unirnos con nuestros pares, cuidarnos de aquellos que quieren callarnos y, sobre todo, tener el valor de luchar ante un sistema que prefiere vernos quietos, anestesiados y dormidos.
Periodista: Laura Impellizzeri
Tw: @LauImpellizzeri
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